jueves, 22 de mayo de 2008

Beautiful girls (1996)

Tengo la firme convicción de que en esta vida las cosas realmente especiales se descubren por casualidad, sin uno buscarlas. Así es como yo descubrí una deliciosa película llamada "Beautiful girls".


Recuerdo que por aquel entonces acabábamos de estrenar la conexión a Canal + en mi casa de Bilbao, era una tarde de sábado en la que no encontraba nada que hacer y trasteando con el mando a distancia topé con esta película. Cuando quise darme cuenta la había visto de principio a fin.


La película presenta un reparto envidiable y, sin embargo, no recuerdo que fuera un gran lanzamiento en los cines, claro que puedo estar equivocado. Es ésta una película con muchos personajes y la magia de la película gira en torno a ellos, a sus conflictos y su relación con el paso a la madurez.

Willie (Timothy Hutton) es un pianista que toca en locales de Nueva York, su novia Tracy, una chica estupenda, le ha propuesto matrimonio y él, confundido en sus 29 años de edad, decide regresar a su pueblo natal para poner sus ideas en orden. Allí se reencuentra con sus amigos de juventud: un golfo ligón (Matt Dillon), un inmaduro obsesionado con las top models y un bruto reconvertido en ejemplar padre de familia. Allí también se encuentra con Marty, una Natalie Portman de 14 añitos, irresistiblemente interesante e inteligente y con Andera, una Uma Thurman sensual y atractiva. Ambas le reavivan sus dudas respecto al matrimonio.


Todo esto no es más que un interesante hilo argumental que sirve para presentarnos personajes inolvidables a través de diálogos maravillosos y reflexiones cargadas de sentido y sentimiento.

En definitiva, una película deliciosa que os recomiendo con todas mis fuerzas.

Como pequeños ejemplos de los numerosos momentos estelares que guarda esta joyita os dejo con uno de sus diálogos. Pongo en antecedentes: Willie (Timothy Hutton), el confundido pianista que acude al pueblo en busca de respuestas, se encuentra a solas con Andera (Uma Thurman), por la que se siente enormemente atraído y seducido. Comienzan a compartir confidencias y Willie le confiesa a Andera:

WILLIE: Te miro y creo que es increíble que ahí fuera haya un tipo que hace todo tipo de cosas contigo, que consigue hacerte feliz, que consigue pasar las tardes contigo.

ANDERA: Pero hay un tipo ahí fuera que piensa lo mismo sobre Tracy, y él está celoso de tí. Tú haciendo todo eso con ella.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Suspiros de España

Hace poco volví a emocionarme con una película… La recordaba en algún rincón inexplicable del alma desde la primera, y única vez, que la vi. Calculo que tendría 10 ó 12 años cuando la emitió TVE (que aún era la única opción televisiva de la época en las comunidades que no gozaban de canal autonómico). “El tigre de Chamberí”, de Antonio Ozores y Tony Leblanc, se estrenó en 1957.

No pretendo avivar la polémica que siempre parece cuestionar la calidad del cine español. En la cinematografía española hay películas para todos los gustos, y no mucha gente podrá decir que ninguna le ha llegado –ni siquiera un poco- al alma.

“El tigre de Chamberí” es una comedia sin ambiciones. Hay que sentarse a verla con cierta nostalgia, pues sus fotogramas inmortalizaron el Madrid de aquellos años duros, de aquellos años de nuestros padres. Un gimansio con duchas de ladrillo, un estadio Santiago Bernabéu recién levantado, un bar de los de antes, y … la gente…el pueblo humilde, paciente, bueno, que sacaba pecho ante la dureza de la época (hablamos de 1957).

Aquellos “locos del cine” se pusieron una vez más al lado del pueblo, del querido pueblo. “El tigre de Chamberí” ofrece una risa ingeniosa, popular y pícara, de las que en 1957 –con las miseriasque sufrían los españoles- era tan necesaria; y que hoy –con todo lo que España ha evolucionado desde 1957- sigue siendo tan necesaria.

¡Ay! “El tigre de Chamberí”, “El verdugo” de Berlanga, “Muerte de un ciclista”, “La gran familia”, “Historias de la radio”, y tantas otras… seguirán ocupando un rinconcico de mi corazón, como mi album de la Liga 85-86, como mi cubo de Rubik… Crecí con ellas, porque TVE emitió todas aquellas viejas cintas en horarios de máxima audiencia, para que siguieran iluminando nuestra sonrisa, para que al final de cada una de ellas –incluso- hubiéramos de disimular una lágrima en la comisura del párpado.

Películas de gran humanidad, de arte muy propio y atemporal, donde desfila la bondad y la risa, y de donde se puede aprender mucho. Películas que forman parte de lo que somos, como cualquier pieza de algún palacio del Patrimonio Nacional.

Me despido invitando a prestar cualquiera de estas películas a quien desee verlas con cariño, curiosidad, a corazón abierto…

http://www.youtube.com/watch?v=ep9dKLlJezw

¡Va por ustedes!